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Diez bomberos se apresuran alrededor de un vehículo aplastado bajo un puente que se desplomó en Curenipe, un pueblo chileno devastado por un tsunami el sábado. Con maderos y la ayuda de un perro rastreador, intentan encontrar algún ocupante en su interior.
“No sabemos si hay alguien porque las puertas están cerradas y no se puede ver porque todo está lleno de agua”, indicó un bombero que no quiso dar su nombre.
“Necesitamos máquinas pesadas para excavar”, dice el mismo bombero. Finalmente la buena noticia: el propietario del vehículo, que tiene un restaurante a 20 metros, no está en el interior. Él abandonó la ciudad junto con su esposa y sus hijos justo después del terremoto y el tsunami, según uno de sus empleados, Jorge Recabal. Él cuenta que encontró un cuerpo en el restaurante, que estaba cubierto de lodo, al día siguiente de la catástrofe que contabiliza. “Encontré dos zapatillas iguales. Las moví y vi que había una pierna. Era un niño de unos 14 años”, dice.
“Unos 62 cuerpos fueron encontrados en Chanco, Pelluhue y Curenipe. Tenemos aún más o menos un centenar de desaparecidos registrados”, dice el teniente-coronel Julio Sagredo a cargo de 400 hombres que realizan los operaciones de socorro en la zona.
Las poblaciones costeras de Chile aún se encuentran sumidas en el desastre después del tsunami posterior al terremoto, ya nada es igual.
La demora en el aviso de maremoto dejó sin margen de acción a los pobladores de las islas y ciudades costeras, lo que generó una polémica entre la Oficina Nacional de Emergencia, Onemi, y la armada chilena y obligó al Ministerio de Defensa a admitir el error.
Claman ayuda
La destrucción es amplia y la comida escasea en la costa, en pueblos como Talca y Cauquenes, Curicó y San Javier. En Curanipe, la iglesia se convirtió en morgue. En Cauquenes, la gente enterró a sus muertos con rapidez porque la funeraria no tenía electricidad.
La presidenta Michelle Bachelet dijo que el gobierno estaba enviando cientos de toneladas de comida, agua y otras provisiones a la región.
Bachelet reconoció que el tsunami causó más víctimas que el terremoto. “Al menos 541 muertos se concentraron en el Maule, cuyos lugares costeros sufrieron el tsunami”, precisó.
Luego del sismo, Marioli Gatica y su familia escuchaban la radio a la luz de una linterna en su casa de madera junto al mar en el puerto de Talcahuano. Oyeron a los bomberos que pedían calma y que la gente permaneciera en sus casas. Nadie advirtió sobre un tsunami.
Pero éste llegó y la casa se llenó de agua con un bramido que barrió a toda la familia. “Un momento estábamos sentados ahí y al siguiente veía cables y muebles que flotaban en el agua”, dijo Gatica.
Los habitantes de Dichato, un poblado costero cercano que fue devastado por el tsunami que siguió al terremoto, recibieron ayer unas 300 cajas con víveres y agua.
La televisión estatal mostró a una mujer que no identificó y que expresó “gracias a Dios ya tengo para comer”, mientras cargaba en su hombro una caja que contiene agua, arroz, leche, tallarines, sopa y alimentos para niños.
Cuadrillas de bomberos comenzaron una operación rastrillo en busca de cadáveres que podrían estar aún bajo los escombros del destruido pueblo costero, mientras militares armados y en traje de camuflaje, vigilaban la distribución de los alimentos.
Fuente: La Prensa - Honduras - 02.03.10
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