Vengo llegando de Curanipe. Uno de los lugares más afectados por el terremoto/maremoto.
Curanipe, Chovellén, Quinta Chile, Peúño, Peyuhue, Cauquenes, Parral… fueron los destinos. Todas zonas afectadas.
Escrito por Paula Carvajal
Vengo llegando de Curanipe. Uno de los lugares más afectados por el terremoto/maremoto. Curanipe, Chovellén, Quinta Chile, Peúño, Peyuhue, Cauquenes, Parral… fueron los destinos. Todas zonas afectadas.
Desde que nací mi familia veranea allí. Desde chica anduve en esas playas, jugué en río, comí pasteles de la señora Alicia, junté conchitas, anduve en carreta de bueyes, caminé por la calle principal. Peyuhue, Chovellén, Chanco, Cobquecura, Buchupureo, son nombres familiares para mí.
Ver las fotos es de terror.
Estar ahí es extraño. Está todo como detenido. No hay muchos ruidos. Hay poca gente en las calles. Mucha tierra. Un olor raro. Mucho militar. Mucho camión verde, cruces rojas. Escombros por todas partes. Nada ha vuelto a la normalidad.
La gente en las calles no tiene otro tema. “¿todo bien en su casa?”, “¿ Y José Muñoz, lo ha visto, se ha sabido algo de él?”, “¿los del lado de la iglesia, esos se salvaron todos”, “fuimos a la municipalidad, pero no nos dan una respuesta”, “en Santiago se olvidaron que existimos, nadie ha venido para acá, van sólo a los lugares que salen en la tele”.
Todo huele a maremoto. Mal.
La gente ya se empieza a resignar y no está esperando nada.
Los que quieren ayudar, agarran camioneta y parten. Como nosotros. Vimos a lo menos una veintena de camionetas llenas de víveres, colchones, agua, bencina buscando a quienes entregárselos.
Los que fueron azotados se ayudan entre ellos. Se dan alojamiento, se reparten comida unos a otros, se reúnen, se pasan los datos, se ayudan a retirar los escombros de sus casas. Ponen letreros escritos a mano: “acá hay un campamento”, “necesitamos ayuda”, “necesitamos comida”.
Hay un sentimiento fuerte de abandono. De resignación.
“Este pueblo no se para más”, nos dijo un joven con el compartimos un cigarro en la plaza de Cauquenes. ¡Claro que tiene que pararse! Los chilenos somos aperrados, porfiados y aguerridos. Ningún terremoto nos va a venir a desmoralizar.
Cuando tantas cosas han fallado. Cuando las autoridades se desautorizan unas a otras y empiezan a decir eufemismos por la tele: que si fue sólo una marejada o un tsunami, que unos no llamaron pa’ avisar, que otros entendieron mal el fax… Cuando falla hasta el Sistema Interconectado Central!!! Qué más se puede hacer que aperrar y cada uno hacer lo que pueda para salir adelante y ayudar a los demás a hacerlo.
Vimos tanta solidaridad. Vimos tanta gente que se ha parado ya mil veces. Vimos que la gente de regiones se siente diferente a los santiaguinos, es un hecho. Y yo, aunque sea santiaguina, me siento más sureña que nunca ahora. Orgullosa.
¡¡¡Vamos a aperrar!!! Tú, has lo que puedas. Manda ayuda, dona plata, sonríele más a la gente, cuida a tus hijos, infórmate sobre lo que puedes aportar, llama a los parientes que tengas en el norte para hacerles saber que los estás acompañando, no quedes indiferente, no olvides lo que ha pasado. No hay que olvidar, hay que ayudarlos a pararse.
Fuente. El Repuertero.cl, Llanquihue - 16.03.10
No hay comentarios:
Publicar un comentario