Darío Zambra B. / La Nación Domingo
El terremoto y el tsunami arrasaron con gran parte de la infraestructura turística del sur de Chile. A ocho meses de la tragedia y a dos meses de que comiencen las vacaciones, los operadores de estas zonas ya están trabajando para tener operativos sus servicios para la temporada estival. ¿Cómo lo están haciendo? Aquí se lo contamos.
Domingo 7 de noviembre de 2010
Apenas una cuadra. O quizás menos, tres cuartos de cuadra. Esa es toda la separación que existe entre el mar y la Hostería Pacífico de Curanipe, en la Región del Maule.
Con esa pequeña distancia era imposible que el tsunami del 27 de febrero no arrasara con el negocio turístico que era el orgullo de su dueña, María Ernestina Jara de Villaseñor
Bastaron algunos minutos para devastar gran parte del proyecto que Jara demoró más de medio siglo en levantar. La estructura de la hostería quedó en pie, pero las olas mojaron y arrasaron con todo, incluido el mobiliario, las bodegas y dos vehículos que eran usados como herramientas de trabajo.
Esa madrugada Ernestina y su familia arrancaron hacia los cerros, como la mayoría de los habitantes de Curanipe. Ahí se encontraron con muchos de los pasajeros de la hostería.
“El mar fue generoso porque nos alcanzó a avisar”, cuenta María Eugenia Villaseñor, hija de Ernestina. Desde esa distancia, a tres kilómetros de la costa, observaron cómo las olas se llevaban años de historia y cientos de proyectos de vida.
Desde aquel amanecer la mirada es otra.
Es cierto, debieron partir de cero, reparar muchas cosas, volver a pintar y reemprender, pero la Hostería Pacífico ya está lista, preparada nuevamente para recibir a los miles de turistas que cada verano eligen Curanipe como su destino favorito, con su cautivante mix de playa y campo.
“Estamos con nuestra capacidad completa. Sólo estamos esperando que los turistas nos visiten”, sostiene Villaseñor, con las expectativas puestas en que los veraneantes los apoyen en este nuevo comenzar.
Son las mismas expectativas que tienen puestas cientos de medianos y pequeños empresarios turísticos desde la Sexta hasta la Octava Región, las zonas más dañadas por el terremoto.
A ocho meses de la tragedia y a apenas semanas de que comiencen las vacaciones y la temporada de playas, muchos de estos emprendedores ya están nuevamente de pie.
Ciertamente, no es la misma situación de todos, pero gran parte se las ha arreglado para responder de alguna u otra manera a la avalancha de visitantes que se esperan para estos meses.
No queda otra. Para muchos sureños, ésta es la actividad que han desarrollado durante años y lo que les da el sustento que les alcanza para el resto del año. “El terremoto no nos dejará con las manos atadas”, parece ser su consigna.
EL REARME DEL BÍOBÍO
Fueron imágenes elocuentes. No era necesario un mayor análisis para darse cuenta de que si el terremoto devastó al sur, el posterior maremoto lo hizo aún mucho más.
Por eso, muchas de las situaciones más dramáticas se registraron en el borde costero de la zona centro sur.
Días después del tsunami, LND estuvo en varias de esas localidades y pudo comprobar in situ cómo el mar se llevó todo lo que encontró por delante.
En Dichato, por ejemplo, el balneario más concurrido de la Región del Biobío, no había nada en pie en un par de kilómetros desde la playa. De las construcciones sólo quedaban los radiers. Y de eso no se salvaban hosterías, cabañas, restaurantes y pubs.
“En Dichato había 25 restaurantes y no quedó ninguno. Y en sus cocinerías trabajaba mucha gente”, precisa la directora regional de Sernatur, Katherine Echaíz.
La autoridad explica que en esa región la zona más afectada fue la del borde costero, el que incluye 18 caletas de ocho comunas.
“Se trata principalmente de Dichato, Cobquecura y Llico. Todo lo que estaba a orillas de playa fue devastado por el tsunami”, asegura.
Sin embargo, de una u otra manera algunos de los operadores turísticos ya se están levantando, conscientes de que es fundamental tener una buena oferta e infraestructura para convencer a la gente que vuelve a veranear en estos balnearios.
La Intendencia Regional del Biobío habilitará en las próximas semanas instalaciones básicas para las playas, como baños, salvavidas y demarcación de zonas en al menos tres caletas, que son Llico, Coliumo y Dichato.
“Obviamente, en estos lugares la gente no se podrá quedar a dormir porque hoy no existen cabañas ni recintos para eso y esperamos que en tres años más haya esa infraestructura. Pero sí van a estar habilitadas las playas con lo mínimo que se necesita para que los visitantes puedan ir por el día”, aclara Echaíz.
En Dichato, de los 25 restaurantes arrasados por el mar, tres ya reabrieron sus instalaciones en otros lugares. A eso se suma que la Cámara de Turismo de Tomé -comuna a la que pertenece este balneario- tiene contemplado instalar domos y carpas para habilitar una especie de centro gastronómico para esta temporada, el que debiera estar listo a fines de noviembre.
Y en Llico la asociación de pescadores de la localidad retomará en enero una actividad tradicional y tremendamente atractiva para los turistas. Se trata de un curanto en disco a bordo de las embarcaciones, que incluye ostras y vino tinto y que en un trayecto de medio día recorre las costa desde Llico hasta Punta Lavapié.
La directora regional de Sernatur explica que en el borde costero, la infraestructura turística está operando en un 50%.
Pero la situación es distinta en el resto de la región, donde ese porcentaje alcanza el 100%. “En lagos como Llolleo, la laguna Avendaño y el Valle Las Trancas en Ñuble está todo funcionando con normalidad”, asegura Echaíz.
MÁS PRONTO DE LO ESPERADO
En el Maule la situación es un poco diferente a la situación del Biobío. Si bien la infraestructura turística del borde costero se vio fuertemente azotada por el tsunami, las de las zonas interiores también fueron castigadas en gran magnitud por el terremoto.
Julieta Romero, directora regional de Sernatur, da un ejemplo de ese efecto en Talca, donde el bohemio Barrio de La Diagonal, conocido por sus restaurantes y pubs, “quedó súper dañado”.
Sin embargo, a ocho meses de ocurrida la tragedia, la transformación ya se está produciendo: varios de los locales de ese barrio se reubicaron y durante estos días están abriendo en distintas partes.
Algunos lo hicieron rápido. Ricardo Ferri, gerente general del Hotel Casino Talca y presidente del Cluster de Turismo de Intereses Especiales del Maule, cuenta que en ese recinto “el daño no fue estructural, pero se cayó todo lo que tenía que caerse: luces, cielo falso, comida, muebles y se rompió una cañería de la piscina”.
Pero a fines de marzo ya reabrieron sus puertas a un público nuevo y que se mantuvo durante meses en la capital de la región: médicos, constructores, aseguradores y otros profesionales. Según el ejecutivo, la industria turística de la zona “se ve bastante abajo, pero se ha levantado más rápido de lo esperado”.
Lugares emblemáticos de la región como la casa de huéspedes de la villa Gilmour también reabrieron sus puertas y en las famosas Siete Tazas ya volvió el agua. Respecto a la zona costera, Romero cuenta que Sernatur está realizando un levantamiento en terreno en las caletas para ver cuáles son los restaurantes que están atendiendo y en qué condiciones.
Esa información, con toda la oferta turística disponible en el Maule, estará abierta al público y será presentada en eventos como la Feria Internacional de Turismo, que se realizará en Santiago el 14 y 15 de noviembre.
EL NUEVO ROSTRO DEL MAULE
En la recuperación de las caletas del Maule una de las labores más relevantes la está realizando Antofagasta Minerals, la compañía del grupo Luksic.
A raíz del serio daño que el maremoto provocó en esta zona, la empresa decidió implementar un plan para reconstruir 13 caletas del borde costero.
El vicepresidente de operaciones de la compañía, Jorge Gómez, explica que la primera medida fue dar solución a la actividad pesquera de la zona, la que incluyó la reposición de la totalidad de las embarcaciones dañadas con sus respectivos motores y la reconstrucción de la infraestructura portuaria.
Esa labor ya la están realizando en todas las caletas del plan, pero en seis también se está trabajando una reconstrucción particular. En Boyecura, Duao, Loanco, Pelluhue, Pellines y Curanipe la compañía está levantando centros para potenciar la actividad gastronómica y turística de estos lugares.
“En las caletas quedó muy dañada la infraestructura turística y algunas tenían instalaciones gastronómicas que también fueron afectadas”, sostiene Gómez.
Del total, cinco estarán terminadas el 31 de diciembre mientras que el centro gastronómico de Curanipe estará operativo el 14 de enero.
Según el ejecutivo, la idea es que cuando el turista regrese de vacaciones a estos lugares “vea que han tenido un avance. En esta reconstrucción queremos que haya un elemento diferenciador. Por eso en esto hay un aspecto de sustentabilidad. Por ejemplo, vamos a colocar nuestros estándares en términos del uso de energía y en el tratamiento de las aguas servidas. Queremos que cuando la gente vuelva vea una cosa distinta y, por cierto, mejor. Al final del día, todos estos flagelos suelen ser puntos de quiebre para crear una cosa nueva, distinta y mejor”.
El plan de Antofagasta Minerals contempla también la capacitación de las personas que trabajarán en estos restaurantes, las que está impartiendo Inacap y que incluye cuatro módulos: trabajo en equipo; negocios básicos; atención y servicio al cliente; y menús vinculados a los productos de mar.
PICHILEMU OK
Aunque en menor medida, la infraestructura turística de la Región de O’Higgins también se vio dañada. La directora regional de Sernatur, Alicia Ortiz, asegura que la tragedia afectó en mayor medida la zona costera, “pero no en una magnitud como quizás todo el mundo se imagina. En Pichilemu, por ejemplo -el balneario más concurrido de la región- el borde que fue afectado es el de la playa principal, donde había un par de restaurantes y quioscos. Hoy eso está totalmente operativo”.
En marzo el Sernatur hizo un barrido para ver la oferta de servicios turísticos de la región y a base de los daños se realizó un apoyo económico a algunos operadores. Desde entonces, el énfasis ha estado puesto en tener operativo los servicios e instalaciones para recibir a los visitantes.
Ortiz cuenta que, por ejemplo, muchas empresas se pusieron la meta de estar funcionando para las Fiestas Patrias y los resultados superaron sus expectativas.
“El comportamiento fue mejor de lo esperado, que era de 50% de la capacidad, pero ésta alcanzó el 70% e incluso en algunas zonas fue de 100%”, sostiene la directora de Sernatur O’Higgins.
“Eso demuestra que la gente está con ganas de salir y tenemos que estar preparados para recibir esa demanda y a eso estamos abocados. En nuestra región, los balnearios más importantes ya están operativos, las viñas con sus circuitos también y lo mismo pasa con la oferta gastronómica. Todo eso nos demuestra que la gente no está con miedo de venir a estas regiones”, afirma Ortiz.
María Eugenia Villaseñor, de la Hostería Pacífico de Curanipe, también tiene puestas sus expectativas en esta temporada estival: “Para nosotros no ha sido fácil emprender de nuevo. Queremos que la gente no tenga miedo, se atreva y nos visite. En esta zona tenemos muy buenos servicios para recibir a los visitantes”.
Fuente: La Nación Domingo